viernes, 31 de julio de 2015

Willie Colón busca acercarse a las nuevas generaciones

Miami.- El cantante y compositor Willie Colón asegura que seguirá experimentando con nuevos ritmos para fusionarlos con la salsa, con intención de "mantener vigente este género" y "acercarse a públicos más jóvenes", según declaró a Efe.


"Afortunadamente la salsa tiene una demografía muy amplia y por eso se ha mantenido a través del tiempo, pero para que la música siga evolucionando es importante que se prueben cosas nuevas", manifestó el músico, cuyo disco "El malo II, Prisioneros del mambo" (2008) incluyó también sonidos propios de la balada y la música urbana.

El trombonista señaló que aunque hoy en día resulta "difícil competir" con el "boom de los nuevos géneros urbanos", en lo personal es optimista sobre la vigencia de la salsa, sobre todo cuando en sus giras se encuentra con músicos "cada vez más jóvenes y talentosos que van a mantener al ritmo vivo".

Afirmó, no obstante, que "es necesario que las compañías productoras y empresarios le apunten más a la salsa".

"Otros géneros van y vienen, pero la salsa sigue, no hay que dejarla morir", agregó el llamado "Malo del Bronx", y quien este fin de semana actuará en Miami (Florida), como parte del Festival Internacional de la Salsa que se celebra en esta ciudad.

A sus 64 años de edad, William Anthony Colón Román acumula más de 50 producciones discográficas y alrededor de 30 millones de copias vendidas a lo largo de su carrera musical, iniciada cuando apenas tenía 15 años en Nueva York, ciudad en la que nació y fue inspiración de varias de sus composiciones.

Junto con otras leyendas salseras como Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Jonny Pachecco, Andy Harlow, o la Sonora Ponceña, el veterano músico sacó adelante el legendario sello discográfico Fania Records, señalada como la plataforma que lanzó el género de la salsa a nivel mundial.

La dupla que formó con el cantante puertorriqueño Héctor Lavoe, con quien Cólón grabó más de una docena de discos y a quien le guarda gratitud porque le debe su "éxito y carrera", consolidó en los años 1970 el llamado "sonido del barrio", que desde la urbe neoyorquina se extendió a toda la comunidad hispana en Estados Unidos y Latinoamérica.

Durante su trayectoria, en la que también destacó como productor musical, trabajó en colaboración con artistas notables como Rubén Blades, Celia Cruz y David Byrne.

En 2010 grabó junto al colombiano Fonseca el sencillo "Estar Lejos", una fusión de bolero y pop latino que llegó a ser nominada a un Latin Grammy en la categoría "Mejor canción tropical".

Merecedor de un sinnúmero de galardones, entre ellos un Grammy Latino a la "Excelencia Musical" en 2004, Colón asegura que continuará trabajando mientras mantenga la convicción de que lo que hace "es importante y tiene influencia", cómo lo refleja que en sus presentaciones los "jóvenes cantan y piden sus canciones con energía".

"En los conciertos que realizamos en Latinoamérica hay una asistencia masiva de hasta 100.000 personas, desde jovencitos hasta abuelitos. La gente sigue pidiendo más salsa", aseveró.

El salsero se presentará en Miami hoy y mañana domingo, como parte destacada del cartel del Festival Internacional de la Salsa, evento iniciado el pasado jueves y en el que sus organizadores esperan congregar a más de 40.000 personas.

Colón promete desplegar en sus dos presentaciones el repertorio que lo ha consagrado como una de las principales figuras de este género, entre ellos "Idilio", "Gitana", "Amor verdadero" y "Gran Varón".

El festival rendirá tributo a las fallecidas estrellas Héctor Lavoe y de la cantante cubana Celia Cruz, a quien Colón dedicará la canción "Usted Abusó"

Fuente: Agencia EFE

Willie Colón busca acercarse a las nuevas generaciones

Miami.- El cantante y compositor Willie Colón asegura que seguirá experimentando con nuevos ritmos para fusionarlos con la salsa, con intención de "mantener vigente este género" y "acercarse a públicos más jóvenes", según declaró a Efe.


"Afortunadamente la salsa tiene una demografía muy amplia y por eso se ha mantenido a través del tiempo, pero para que la música siga evolucionando es importante que se prueben cosas nuevas", manifestó el músico, cuyo disco "El malo II, Prisioneros del mambo" (2008) incluyó también sonidos propios de la balada y la música urbana.

El trombonista señaló que aunque hoy en día resulta "difícil competir" con el "boom de los nuevos géneros urbanos", en lo personal es optimista sobre la vigencia de la salsa, sobre todo cuando en sus giras se encuentra con músicos "cada vez más jóvenes y talentosos que van a mantener al ritmo vivo".

Afirmó, no obstante, que "es necesario que las compañías productoras y empresarios le apunten más a la salsa".

"Otros géneros van y vienen, pero la salsa sigue, no hay que dejarla morir", agregó el llamado "Malo del Bronx", y quien este fin de semana actuará en Miami (Florida), como parte del Festival Internacional de la Salsa que se celebra en esta ciudad.

A sus 64 años de edad, William Anthony Colón Román acumula más de 50 producciones discográficas y alrededor de 30 millones de copias vendidas a lo largo de su carrera musical, iniciada cuando apenas tenía 15 años en Nueva York, ciudad en la que nació y fue inspiración de varias de sus composiciones.

Junto con otras leyendas salseras como Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Jonny Pachecco, Andy Harlow, o la Sonora Ponceña, el veterano músico sacó adelante el legendario sello discográfico Fania Records, señalada como la plataforma que lanzó el género de la salsa a nivel mundial.

La dupla que formó con el cantante puertorriqueño Héctor Lavoe, con quien Cólón grabó más de una docena de discos y a quien le guarda gratitud porque le debe su "éxito y carrera", consolidó en los años 1970 el llamado "sonido del barrio", que desde la urbe neoyorquina se extendió a toda la comunidad hispana en Estados Unidos y Latinoamérica.

Durante su trayectoria, en la que también destacó como productor musical, trabajó en colaboración con artistas notables como Rubén Blades, Celia Cruz y David Byrne.

En 2010 grabó junto al colombiano Fonseca el sencillo "Estar Lejos", una fusión de bolero y pop latino que llegó a ser nominada a un Latin Grammy en la categoría "Mejor canción tropical".

Merecedor de un sinnúmero de galardones, entre ellos un Grammy Latino a la "Excelencia Musical" en 2004, Colón asegura que continuará trabajando mientras mantenga la convicción de que lo que hace "es importante y tiene influencia", cómo lo refleja que en sus presentaciones los "jóvenes cantan y piden sus canciones con energía".

"En los conciertos que realizamos en Latinoamérica hay una asistencia masiva de hasta 100.000 personas, desde jovencitos hasta abuelitos. La gente sigue pidiendo más salsa", aseveró.

El salsero se presentará en Miami hoy y mañana domingo, como parte destacada del cartel del Festival Internacional de la Salsa, evento iniciado el pasado jueves y en el que sus organizadores esperan congregar a más de 40.000 personas.

Colón promete desplegar en sus dos presentaciones el repertorio que lo ha consagrado como una de las principales figuras de este género, entre ellos "Idilio", "Gitana", "Amor verdadero" y "Gran Varón".

El festival rendirá tributo a las fallecidas estrellas Héctor Lavoe y de la cantante cubana Celia Cruz, a quien Colón dedicará la canción "Usted Abusó"

Fuente: Agencia EFE

jueves, 30 de julio de 2015

El Timbal del Grupo Niche, viajó al Cielo de Tambores

Douglas Guevara
30/03/1968 - 30/07/2015
Douglas Guevara, timbalero titular del Grupo Niche, falleció este jueves en la clínica Valle del Lili del sur de Cali.


Así lo confirmaron las directivas del grupo, quienes lamentaron el fallecimiento de este gran músico venezolano que tenía gran aprecio por Cali.
 

Douglas fue considerado por el maestro Jairo Varela, como el mejor timbalero del Grupo Niche y grabó todas las composiciones del también fallecido maestro.

Douglas nació en Caracas el 30 de marzo de 1968 y aunque la mayoría de su familia reside en Venezuela, él vivía solo en Cali, donde decía quería morir.




Se conoció que hace poco había recibido un trasplante de riñón y tuvo una complicación por lo que fue remitido a cirugía en la clínica Valle del Lili, pero tuvo un paro cardiorrespiratorio cuando le aplicaban la anestesia.


El pasado 18 de junio, Douglas escribió en su cuenta de Facebook: "Doy gracias infinitas a Dios todo poderoso quien primero hizo la obra de darme un nuevo riñón y guió las manos de los cirujanos que me intervinieron quirúrgicamente para que todo saliera bien. Estoy feliz con esta nueva oportunidad de vida normal y doy gracias a todas aquellas personas que en sus oraciones me tuvieron, gracias Senor Jesús por toda bendición que derramas en mi vida. Gloria a ti siempre por los siglos de los siglos Amén".

La noticia de su muerte enluta a todos los salseros y seguidores del Grupo Niche.

El salsero Willy García recordó que Douglas era un mago con el timbal y que era el líder del Grupo Niche.

"Lo conocí en 1994 cuando empecé a trabajar con el maestro Jairo Varela, él tenía ya un nombre por su calidad y por su aporte musical. Grabó el primer álbum de Son de Cali, tengo grandes recuerdos de su talento y la convivencia, era un venezolano que se sentía colombiano, para él era un gran orgullo representar a Colombia", dijo Willy.

Añadió que muchos jóvenes músicos aprendieron de Douglas el arte de tocar el timbal.

Las reacciones no se han hecho esperar y en Twitter varias personas ya han lamentado la noticia.



El Timbal del Grupo Niche, viajó al Cielo de Tambores

Douglas Guevara
30/03/1968 - 30/07/2015
Douglas Guevara, timbalero titular del Grupo Niche, falleció este jueves en la clínica Valle del Lili del sur de Cali.


Así lo confirmaron las directivas del grupo, quienes lamentaron el fallecimiento de este gran músico venezolano que tenía gran aprecio por Cali.
 

Douglas fue considerado por el maestro Jairo Varela, como el mejor timbalero del Grupo Niche y grabó todas las composiciones del también fallecido maestro.

Douglas nació en Caracas el 30 de marzo de 1968 y aunque la mayoría de su familia reside en Venezuela, él vivía solo en Cali, donde decía quería morir.




Se conoció que hace poco había recibido un trasplante de riñón y tuvo una complicación por lo que fue remitido a cirugía en la clínica Valle del Lili, pero tuvo un paro cardiorrespiratorio cuando le aplicaban la anestesia.


El pasado 18 de junio, Douglas escribió en su cuenta de Facebook: "Doy gracias infinitas a Dios todo poderoso quien primero hizo la obra de darme un nuevo riñón y guió las manos de los cirujanos que me intervinieron quirúrgicamente para que todo saliera bien. Estoy feliz con esta nueva oportunidad de vida normal y doy gracias a todas aquellas personas que en sus oraciones me tuvieron, gracias Senor Jesús por toda bendición que derramas en mi vida. Gloria a ti siempre por los siglos de los siglos Amén".

La noticia de su muerte enluta a todos los salseros y seguidores del Grupo Niche.

El salsero Willy García recordó que Douglas era un mago con el timbal y que era el líder del Grupo Niche.

"Lo conocí en 1994 cuando empecé a trabajar con el maestro Jairo Varela, él tenía ya un nombre por su calidad y por su aporte musical. Grabó el primer álbum de Son de Cali, tengo grandes recuerdos de su talento y la convivencia, era un venezolano que se sentía colombiano, para él era un gran orgullo representar a Colombia", dijo Willy.

Añadió que muchos jóvenes músicos aprendieron de Douglas el arte de tocar el timbal.

Las reacciones no se han hecho esperar y en Twitter varias personas ya han lamentado la noticia.



sábado, 25 de julio de 2015

Falleció en La Habana el cantante cubano Adriano Rodríguez

El cantante cubano Adriano Rodríguez, una de las voces más importantes del pentagrama cubano y Premio Nacional de la Música 2013, falleció en horas de la tarde de este jueves, víctima de una larga y penosa enfermedad.


Según comunicado oficial del Instituto Cubano de la Música, el artista de 91 años, con una prolífera obra en defensa del folclor, la trova y diversos géneros, será sepultado en horas de la mañana de este viernes en el Cementerio de Guanabacoa.

Proveniente de una familia con tradición musical, Adriano Rodríguez deja como legado su participación en la fundación del coro Polifónico de La Habana –hoy Coro Nacional- y del grupo Trovadores cubanos, con Guarioné Garay, Dominica Verges e Ismael y Octavio Sánchez.

Asimismo, su talento llegó a escenarios como el cabaret Karabalí, 1954, Copacabana y Tambó, 1957, Tropicana; Bamba Ireco, Sans-Souci, 1956; Sensemayá y Copa Room, Hotel Riviera, en 1958.

En 1979 actuó junto al pianista Odilio Urfé, en el Carnegie Hall, de Nueva York.

En su natal Guanabacoa conoció y aprendió los cantos folclóricos de su entorno, tuvo la oportunidad de trabajar con Fernando Ortiz y también compartió profesionalmente con figuras como Merceditas Valdés y Jesús Pérez.

Realizó dúos con personalidades como Paulina Álvarez, Barbarito Diez, Pablo Milanés, entre otros.

Al momento de su muerte ostentaba diversas condecoraciones como la Medalla Alejo Carpentier, entregada por el Consejo de Estado de la República de Cuba y la Medalla Raúl Gómez García, conferida por el Sindicato Nacional de la Cultura. 

Fuente: Radio Habana Cuba

Falleció en La Habana el cantante cubano Adriano Rodríguez

El cantante cubano Adriano Rodríguez, una de las voces más importantes del pentagrama cubano y Premio Nacional de la Música 2013, falleció en horas de la tarde de este jueves, víctima de una larga y penosa enfermedad.


Según comunicado oficial del Instituto Cubano de la Música, el artista de 91 años, con una prolífera obra en defensa del folclor, la trova y diversos géneros, será sepultado en horas de la mañana de este viernes en el Cementerio de Guanabacoa.

Proveniente de una familia con tradición musical, Adriano Rodríguez deja como legado su participación en la fundación del coro Polifónico de La Habana –hoy Coro Nacional- y del grupo Trovadores cubanos, con Guarioné Garay, Dominica Verges e Ismael y Octavio Sánchez.

Asimismo, su talento llegó a escenarios como el cabaret Karabalí, 1954, Copacabana y Tambó, 1957, Tropicana; Bamba Ireco, Sans-Souci, 1956; Sensemayá y Copa Room, Hotel Riviera, en 1958.

En 1979 actuó junto al pianista Odilio Urfé, en el Carnegie Hall, de Nueva York.

En su natal Guanabacoa conoció y aprendió los cantos folclóricos de su entorno, tuvo la oportunidad de trabajar con Fernando Ortiz y también compartió profesionalmente con figuras como Merceditas Valdés y Jesús Pérez.

Realizó dúos con personalidades como Paulina Álvarez, Barbarito Diez, Pablo Milanés, entre otros.

Al momento de su muerte ostentaba diversas condecoraciones como la Medalla Alejo Carpentier, entregada por el Consejo de Estado de la República de Cuba y la Medalla Raúl Gómez García, conferida por el Sindicato Nacional de la Cultura. 

Fuente: Radio Habana Cuba

lunes, 6 de julio de 2015

¿El diablo se metió a Buenos Aires?

El homenaje a la salsa
en la capital argentina
Dicen los que estuvieron en el lugar que la mulata quedó tendida en el piso luego de bailar frenéticamente con el apuesto desconocido que minutos antes de la confusa escena, entró robándose todas las miradas de las féminas presentes, que con ojos de lujuria mal disimulada clamaban en silencio su atención.
Él solo se fijó en quien sería la próxima víctima de su movimiento de cadera, la invitó a bailar –ella no lo dudó ni un segundo, pues la sola presencia del tipo provocaba entregarse a los más placenteros pecados. La salsa se estrellaba contra los cuerpos de los presentes que no tenían más opción que moverse al son de la onda explosiva de sabor que embargaba aquella discoteca a las afueras de Cali, por allá en la década del 80. El frenesí de los bailadores se detuvo abruptamente cuando vieron tirada en el suelo a la mulata de cabello negro, piernas torneadas y caderas sugestivas que segundos antes bailaba con el misterioso bailarín que desapareció al tiempo que un olor penetrante a azufre se apoderó del lugar. La confusión reinó, pero aún no llegaba lo peor. Uno de los asistentes salió despavorido del baño gritando que en ese bailadero se había aparecido el mismísimo diablo, que la mulata había bailado con él y que por eso todo el lugar olía a azufre; la seguridad con la que vociferaba aquello tenía su fundamento en un mensaje que apareció en el espejo del baño que decía así: “Viernes Santo, muerte de Cristo. Viernes Santo yo revivo y riego sangre y temor entre los humanos”. Desde ese día hay quienes no se permiten curarse con rumba el mismo día que crucificaron a Cristo.

Esta es una de las leyendas urbanas más famosas de Cali, la ciudad que dice ser la capital mundial de la salsa.

Como toda leyenda urbana, aquella no trascendió más allá de sus fronteras geográficas. Más de veinte años después, un Viernes Santo a miles de kilómetros al sur de Cali, a muy pocos del Rio de la Plata, un considerable número de rumberos profanos hacían caso omiso al duelo por la muerte del mesías. Aunque el calendario indicaba que la brisa otoñal enfriaría la noche, el calor burlaba el pronostico del calendario. Salsa y Control de los Lebrón y toda la legión de pecadores a la pista. Había dos tipos de bailadores: los que hacían lo que podían para llevar el paso y los que se delataban como extranjeros a causa de la prolijidad de su baile –o al menos esa fue la clasificación que hice cuando me detuve a mirar en detalle la escena, mientras me obligaba a encontrarle el gusto a los primeros tragos de Fernet que me tomé en la ciudad a la que solo había llegado tres días atrás.

La temperatura del lugar subía con cada canción bailada, con cada mirada cómplice, con cada sonrisa furtiva, con cada intento de los cuerpos por reencontrarse con nuestra madre África. La Sonora Camarón se subió al escenario, esa noche rendirían un homenaje a la salsa colombiana -¡pecadores! No le cantaron ni una sola a la memoria del mesías-; ¿Salsa en vivo en Buenos Aires? ¿Homenaje a la salsa colombiana en La Ciudad de la Furia? No era tiempo para preguntas bizantinas:

-¿Bailás? –le dije a una desconocida que como yo, escurría sudor en cantidades industriales.

No respondió. Me tomó la mano y a bailar. La velocidad de sus pasos, la cadencia de su cadera, la firmeza de sus giros y la sincronía que logramos con la música que tocaba la orquesta, me hicieron creer que por pura casualidad había dado con una caleña que gozaba tanto la salsa como la gozamos los que crecimos con ella; bailaba como caleña: con soltura, sin pasos fabricados, asimétricamente; con una sonrisa estampada en el rostro y sin muestra de repulsión por el sudor compartido.

-Gracias che. –Me dijo cuando se acabó la canción.
-¿Sos argentina? –Le pregunté asombrado.

Sonrió y bailamos un par de veces más.

Ese Viernes Santo, el diablo que se apareció en la discoteca a las afueras de Cali, al parecer había llegado hasta Buenos Aires: se tomó los pasos de una porteña para que hiciera de las suyas al son de la conga, el bongó, la campana, el güiro y el timbal, y no contento con ello, calentó tanto esa noche de otoño que todos los presentes salimos escurriendo sudor. Nadie salió oliendo a azufre, eso habría sido demasiado evidente de parte del diablo.

Semana tras semana las mismas caras concurren a los mismos sitios donde desde hace no más de tres años la Salsa Brava -esa que habla del barrio, de la esquina; del que trabaja buscando trabajo, de los que tienen como único patrimonio la pobreza; la que cuenta las historias de personajes que nunca saldrán en la tapa de un diario; la que habla del amor y del desamor como sentimiento popular; esa que toma fotografías a la cotidianidad de seres de carne y hueso y que por fortuna ha escapado a la mafia de la radio- es protagonista de una movida cultural que está apostando por una rumba no solo para el entretenimiento de grupos de conocidos sino también para el encuentro de desconocidos alrededor de música que convoca más que al simple esparcimiento y goce individual.

Casi cada fin de semana coincidía con Guadalupe, la chica aquella que me sorprendió con su manera de bailar la noche de ese Viernes Santo profanado por el deseo impostergable de abdicar la compostura a causa del llamado de la rumba. Luego de bailar un par de canciones, completamente emparamada de sudor y con la respiración agitada por los rigores del movimiento desenfrenado me dijo: “No sé en qué momento me empezó a gustar la salsa, al menos no lo recuerdo. A diferencia de los países salseros como el tuyo, acá uno no aprende en el entorno familiar; de hecho ni mis viejos ni otros familiares bailan salsa ni ningún otro tipo de música. Aunque sí me gusta bailar desde adolescente. En el 2005 encontré un club de barrio cerca de mi casa donde daban clases de salsa cubana, habré estado como ocho meses tomando esas clases –una vez por semana- en las que me di cuenta que tenía mucha facilidad para bailar salsa. El problema era que no había muchas parejas masculinas para practicar –eso es muy usual acá, las mujeres somos mayoría siempre- y no podía avanzar demasiado. Durante todo ese tiempo nunca fui a bailar a un lugar por fuera de las clases, principalmente porque no tenía con quién ir y no salía mucho; pero tuve la suerte de encontrar gente en el camino que me recomendaba mucha música, sobre todo, en el 2008 un compañero de trabajo uruguayo de familia candombera, me hizo escuchar a El Grupo Niche, los Latin Brothers, El Gran Combo de Puerto Rico, Héctor Lavoe, Los Van Van de Cuba… Y finalmente, a fines de 2011 me reencontré con un conocido peruano, amante de la salsa, que me invitó a bailar a un boliche. Fue la primera vez que bailé por fuera de una clase, fue toda una revelación para mí. A partir de ahí comencé a salir más seguido, más que nada a ver bandas locales que tocaban en lugares under, no en boliches en sí ¡Bailar con bandas en vivo me rompió la cabeza! Creo que en esos bailes fue donde más aprendí a improvisar, a dejarme llevar… Y… Así empecé a conocer gente que me llevaba a conocer más movidas. En esas sigo hasta hoy”.

Diana Ordoñez Hincapié -más conocida en el mundo de rumba salsera de Buenos Aires como Dj Siguaraya- es una caleña que llegó hace cuatro años a la ciudad y casi sin planearlo se convirtió en una promotora de la movida salsera en la Capital Argentina: “En Vicente López está Casa Locombia, una pensión donde han llegado a vivir muchos colombianos. En ese lugar de vez en cuando hacíamos algunas rumbas, yo empecé a dar clases de baile en centros culturales de la ciudad y con el tiempo comenzamos a hacer algunas fiestas de salsa destinadas principalmente a colombianos a las que con el tiempo empezaron a caer argentinos. Yo sí creo que la llegada de colombianos y particularmente de caleños a Buenos Aires ha influido en que se esté gestando una movida alrededor de la salsa”, afirma.

Estas fiestas que semana a semana se toman algún centro cultural de la ciudad o uno que otro bar que no figura en el mapa de la rumba mainstream, paulatinamente han propiciado la conformación de más de una decena de orquestas de salsa. Pedro Gabriel Rodríguez, percusionista de una de estas orquestas, El Sindicato Quintana, afirma que “no solo se han conformado nuevas orquestas de salsa en los últimos años, sino que lo más importante es que la gente está aprendiendo a bailar desde la ignorancia. Algunos toman clases de baile, pero la mayoría está aprendiendo viendo a otros bailar; así la bailada sale más natural. A finales de los 80 y principios de los 90, empezó a entrar la salsa a la Argentina pero el boom no duró mucho. Desde hace unos diez años o un poco más, ha vuelto gracias a la llegada de colombianos, peruanos, ecuatorianos y venezolanos que tren la data desde allá. Los músicos de aquí tenemos una inquietud investigativa por la salsa. Así como te metés en el género, el género se mete en tu vida”.

Aunque la Salsa Brava se haya cocinado entre el Caribe y Nueva York, y fuera adoptada como propia sobre todo en Colombia y en algunas partes de Venezuela, Ecuador y Perú; no es incomprensible su reciente acogida en espacios underground de Buenos Aires. En primer lugar porque existe una relación musical entre el candombe del Atlántico Sur y la música afrocaribeña: las dos músicas encuentran sus raíces en el tambor, en nuestra Madre África que nos inyectó en la sangre la incomodidad en la quietud del cuerpo cuando es zarandeado por la vibración de los cueros. Y en segundo lugar, porque la Salsa Brava lleva en muchas de sus letras la melancolía del tango. Como él, reconstruye el acontecer del oficio de vivir; las dos músicas son un canto de resistencia a la idea de una vida pulcra, estilizada, siempre sonriente, “distinguida”, blanca y triunfadora creada y recreada por la sociedad de consumo. Así, la Salsa Brava se convierte en una trinchera desde donde se dispara contra la intensión calculada de la cultura hegemónica de blanquear todo lo que huela a popular.

El atípico otoño del 2015 fue dando paso intermitentemente a oleadas de frio que anunciaban la llegada del invierno. El cambio de temperatura no solo se puede ver reflejado en la ropa abrigada que usan los transeúntes, la expresión corporal también cambia: los que no caminan mirando al suelo para evitar el choque del viento frio y seco, andan con la cara tensa sin el más mínimo atisbo de sonrisa; en sus pasos se puede advertir el grado de tensión de todos sus músculos y como si el antídoto contra el frio fuera reducir a su mínima expresión el movimiento, la mayoría caminan con las manos dentro de los bolcillos castrando la soltura del caminado.

A pesar del frio, cada semana las mismas caras se ven en los mismos lugares que han abierto sus puertas a la calentura que produce el fogón donde disc-jockey, músicos y sobre todo bailadores cocinan colectivamente la salsa. Los cuerpos tensos no pasan el umbral de la puerta y si lo logran cruzar, rápidamente son conjurados por el calor del ambiente, las sonrisas constantes, las miradas cómplices y los cuerpos entregados al capricho del ritmo.

Debe ser que el diablo se metió a Buenos Aires, pero esta vez no dejó a una mulata tendida en el piso ni un olor penetrante a azufre. Esta vez, ha dejado a muchos con ganas de bailar hasta quedar tendidos en un andén sudando guaguancó y tomándose una cerveza o un Fernet, mientras el calor del cuerpo se resiste a volver al infierno de una madrugada de invierno.

 Fuente: Las2Orillas.Co

¿El diablo se metió a Buenos Aires?

El homenaje a la salsa
en la capital argentina
Dicen los que estuvieron en el lugar que la mulata quedó tendida en el piso luego de bailar frenéticamente con el apuesto desconocido que minutos antes de la confusa escena, entró robándose todas las miradas de las féminas presentes, que con ojos de lujuria mal disimulada clamaban en silencio su atención.
Él solo se fijó en quien sería la próxima víctima de su movimiento de cadera, la invitó a bailar –ella no lo dudó ni un segundo, pues la sola presencia del tipo provocaba entregarse a los más placenteros pecados. La salsa se estrellaba contra los cuerpos de los presentes que no tenían más opción que moverse al son de la onda explosiva de sabor que embargaba aquella discoteca a las afueras de Cali, por allá en la década del 80. El frenesí de los bailadores se detuvo abruptamente cuando vieron tirada en el suelo a la mulata de cabello negro, piernas torneadas y caderas sugestivas que segundos antes bailaba con el misterioso bailarín que desapareció al tiempo que un olor penetrante a azufre se apoderó del lugar. La confusión reinó, pero aún no llegaba lo peor. Uno de los asistentes salió despavorido del baño gritando que en ese bailadero se había aparecido el mismísimo diablo, que la mulata había bailado con él y que por eso todo el lugar olía a azufre; la seguridad con la que vociferaba aquello tenía su fundamento en un mensaje que apareció en el espejo del baño que decía así: “Viernes Santo, muerte de Cristo. Viernes Santo yo revivo y riego sangre y temor entre los humanos”. Desde ese día hay quienes no se permiten curarse con rumba el mismo día que crucificaron a Cristo.

Esta es una de las leyendas urbanas más famosas de Cali, la ciudad que dice ser la capital mundial de la salsa.

Como toda leyenda urbana, aquella no trascendió más allá de sus fronteras geográficas. Más de veinte años después, un Viernes Santo a miles de kilómetros al sur de Cali, a muy pocos del Rio de la Plata, un considerable número de rumberos profanos hacían caso omiso al duelo por la muerte del mesías. Aunque el calendario indicaba que la brisa otoñal enfriaría la noche, el calor burlaba el pronostico del calendario. Salsa y Control de los Lebrón y toda la legión de pecadores a la pista. Había dos tipos de bailadores: los que hacían lo que podían para llevar el paso y los que se delataban como extranjeros a causa de la prolijidad de su baile –o al menos esa fue la clasificación que hice cuando me detuve a mirar en detalle la escena, mientras me obligaba a encontrarle el gusto a los primeros tragos de Fernet que me tomé en la ciudad a la que solo había llegado tres días atrás.

La temperatura del lugar subía con cada canción bailada, con cada mirada cómplice, con cada sonrisa furtiva, con cada intento de los cuerpos por reencontrarse con nuestra madre África. La Sonora Camarón se subió al escenario, esa noche rendirían un homenaje a la salsa colombiana -¡pecadores! No le cantaron ni una sola a la memoria del mesías-; ¿Salsa en vivo en Buenos Aires? ¿Homenaje a la salsa colombiana en La Ciudad de la Furia? No era tiempo para preguntas bizantinas:

-¿Bailás? –le dije a una desconocida que como yo, escurría sudor en cantidades industriales.

No respondió. Me tomó la mano y a bailar. La velocidad de sus pasos, la cadencia de su cadera, la firmeza de sus giros y la sincronía que logramos con la música que tocaba la orquesta, me hicieron creer que por pura casualidad había dado con una caleña que gozaba tanto la salsa como la gozamos los que crecimos con ella; bailaba como caleña: con soltura, sin pasos fabricados, asimétricamente; con una sonrisa estampada en el rostro y sin muestra de repulsión por el sudor compartido.

-Gracias che. –Me dijo cuando se acabó la canción.
-¿Sos argentina? –Le pregunté asombrado.

Sonrió y bailamos un par de veces más.

Ese Viernes Santo, el diablo que se apareció en la discoteca a las afueras de Cali, al parecer había llegado hasta Buenos Aires: se tomó los pasos de una porteña para que hiciera de las suyas al son de la conga, el bongó, la campana, el güiro y el timbal, y no contento con ello, calentó tanto esa noche de otoño que todos los presentes salimos escurriendo sudor. Nadie salió oliendo a azufre, eso habría sido demasiado evidente de parte del diablo.

Semana tras semana las mismas caras concurren a los mismos sitios donde desde hace no más de tres años la Salsa Brava -esa que habla del barrio, de la esquina; del que trabaja buscando trabajo, de los que tienen como único patrimonio la pobreza; la que cuenta las historias de personajes que nunca saldrán en la tapa de un diario; la que habla del amor y del desamor como sentimiento popular; esa que toma fotografías a la cotidianidad de seres de carne y hueso y que por fortuna ha escapado a la mafia de la radio- es protagonista de una movida cultural que está apostando por una rumba no solo para el entretenimiento de grupos de conocidos sino también para el encuentro de desconocidos alrededor de música que convoca más que al simple esparcimiento y goce individual.

Casi cada fin de semana coincidía con Guadalupe, la chica aquella que me sorprendió con su manera de bailar la noche de ese Viernes Santo profanado por el deseo impostergable de abdicar la compostura a causa del llamado de la rumba. Luego de bailar un par de canciones, completamente emparamada de sudor y con la respiración agitada por los rigores del movimiento desenfrenado me dijo: “No sé en qué momento me empezó a gustar la salsa, al menos no lo recuerdo. A diferencia de los países salseros como el tuyo, acá uno no aprende en el entorno familiar; de hecho ni mis viejos ni otros familiares bailan salsa ni ningún otro tipo de música. Aunque sí me gusta bailar desde adolescente. En el 2005 encontré un club de barrio cerca de mi casa donde daban clases de salsa cubana, habré estado como ocho meses tomando esas clases –una vez por semana- en las que me di cuenta que tenía mucha facilidad para bailar salsa. El problema era que no había muchas parejas masculinas para practicar –eso es muy usual acá, las mujeres somos mayoría siempre- y no podía avanzar demasiado. Durante todo ese tiempo nunca fui a bailar a un lugar por fuera de las clases, principalmente porque no tenía con quién ir y no salía mucho; pero tuve la suerte de encontrar gente en el camino que me recomendaba mucha música, sobre todo, en el 2008 un compañero de trabajo uruguayo de familia candombera, me hizo escuchar a El Grupo Niche, los Latin Brothers, El Gran Combo de Puerto Rico, Héctor Lavoe, Los Van Van de Cuba… Y finalmente, a fines de 2011 me reencontré con un conocido peruano, amante de la salsa, que me invitó a bailar a un boliche. Fue la primera vez que bailé por fuera de una clase, fue toda una revelación para mí. A partir de ahí comencé a salir más seguido, más que nada a ver bandas locales que tocaban en lugares under, no en boliches en sí ¡Bailar con bandas en vivo me rompió la cabeza! Creo que en esos bailes fue donde más aprendí a improvisar, a dejarme llevar… Y… Así empecé a conocer gente que me llevaba a conocer más movidas. En esas sigo hasta hoy”.

Diana Ordoñez Hincapié -más conocida en el mundo de rumba salsera de Buenos Aires como Dj Siguaraya- es una caleña que llegó hace cuatro años a la ciudad y casi sin planearlo se convirtió en una promotora de la movida salsera en la Capital Argentina: “En Vicente López está Casa Locombia, una pensión donde han llegado a vivir muchos colombianos. En ese lugar de vez en cuando hacíamos algunas rumbas, yo empecé a dar clases de baile en centros culturales de la ciudad y con el tiempo comenzamos a hacer algunas fiestas de salsa destinadas principalmente a colombianos a las que con el tiempo empezaron a caer argentinos. Yo sí creo que la llegada de colombianos y particularmente de caleños a Buenos Aires ha influido en que se esté gestando una movida alrededor de la salsa”, afirma.

Estas fiestas que semana a semana se toman algún centro cultural de la ciudad o uno que otro bar que no figura en el mapa de la rumba mainstream, paulatinamente han propiciado la conformación de más de una decena de orquestas de salsa. Pedro Gabriel Rodríguez, percusionista de una de estas orquestas, El Sindicato Quintana, afirma que “no solo se han conformado nuevas orquestas de salsa en los últimos años, sino que lo más importante es que la gente está aprendiendo a bailar desde la ignorancia. Algunos toman clases de baile, pero la mayoría está aprendiendo viendo a otros bailar; así la bailada sale más natural. A finales de los 80 y principios de los 90, empezó a entrar la salsa a la Argentina pero el boom no duró mucho. Desde hace unos diez años o un poco más, ha vuelto gracias a la llegada de colombianos, peruanos, ecuatorianos y venezolanos que tren la data desde allá. Los músicos de aquí tenemos una inquietud investigativa por la salsa. Así como te metés en el género, el género se mete en tu vida”.

Aunque la Salsa Brava se haya cocinado entre el Caribe y Nueva York, y fuera adoptada como propia sobre todo en Colombia y en algunas partes de Venezuela, Ecuador y Perú; no es incomprensible su reciente acogida en espacios underground de Buenos Aires. En primer lugar porque existe una relación musical entre el candombe del Atlántico Sur y la música afrocaribeña: las dos músicas encuentran sus raíces en el tambor, en nuestra Madre África que nos inyectó en la sangre la incomodidad en la quietud del cuerpo cuando es zarandeado por la vibración de los cueros. Y en segundo lugar, porque la Salsa Brava lleva en muchas de sus letras la melancolía del tango. Como él, reconstruye el acontecer del oficio de vivir; las dos músicas son un canto de resistencia a la idea de una vida pulcra, estilizada, siempre sonriente, “distinguida”, blanca y triunfadora creada y recreada por la sociedad de consumo. Así, la Salsa Brava se convierte en una trinchera desde donde se dispara contra la intensión calculada de la cultura hegemónica de blanquear todo lo que huela a popular.

El atípico otoño del 2015 fue dando paso intermitentemente a oleadas de frio que anunciaban la llegada del invierno. El cambio de temperatura no solo se puede ver reflejado en la ropa abrigada que usan los transeúntes, la expresión corporal también cambia: los que no caminan mirando al suelo para evitar el choque del viento frio y seco, andan con la cara tensa sin el más mínimo atisbo de sonrisa; en sus pasos se puede advertir el grado de tensión de todos sus músculos y como si el antídoto contra el frio fuera reducir a su mínima expresión el movimiento, la mayoría caminan con las manos dentro de los bolcillos castrando la soltura del caminado.

A pesar del frio, cada semana las mismas caras se ven en los mismos lugares que han abierto sus puertas a la calentura que produce el fogón donde disc-jockey, músicos y sobre todo bailadores cocinan colectivamente la salsa. Los cuerpos tensos no pasan el umbral de la puerta y si lo logran cruzar, rápidamente son conjurados por el calor del ambiente, las sonrisas constantes, las miradas cómplices y los cuerpos entregados al capricho del ritmo.

Debe ser que el diablo se metió a Buenos Aires, pero esta vez no dejó a una mulata tendida en el piso ni un olor penetrante a azufre. Esta vez, ha dejado a muchos con ganas de bailar hasta quedar tendidos en un andén sudando guaguancó y tomándose una cerveza o un Fernet, mientras el calor del cuerpo se resiste a volver al infierno de una madrugada de invierno.

 Fuente: Las2Orillas.Co

viernes, 3 de julio de 2015

Se Niega a Morir SALSA AL PARQUE: Encuentro de Salsómanos en Cali

Piden tarifa especial de
Sayco y Acinpro para
Salsa al Parque
La Secretaría de Cultura solicitó a Sayco y Acinpro que “estudie la posibilidad de aplicar una tarifa especial reducida” para la realización de ‘Salsa al Parque’, el evento que el primer fin de semana de cada mes convoca a los amantes de este género en el Parque de los Estudiantes.


La solicitud se originó después de que el pasado 6 de junio la actividad fuera cancelada por la Policía, tras un derecho de petición que instauró Sayco y Acinpro, en el que reclamaba el pago de derechos de autor, dado que el evento superó la asistencia de 1500 personas.

La titular del despacho de Cultura y Turismo, María Helena Q uiñonez, indicó que los dineros para garantizar el sostenimiento de esta iniciativa se incluirán en el presupuesto del 2016.

Por su parte, Alex Zuluaga, de la fundación Nuestra Cosa Latina (organizadora del programa), indicó que espera que este sábado 4 de julio se pueda realizar el evento, pues ya radicaron la solicitud ante la Secretaría de Gobierno.

No obstante, la directora de Zona de Sayco, Luz Helena Zapata, informó que solicitará a la oficina principal de la empresa en Bogotá que se le permita cobrar un valor favorable para los organizadores.

Cabe anotar que para la realización de actividades masivas como ‘Salsa al Parque’, es necesario instalar una solicitud en la Secretaría de Gobierno en la que se especifique en qué consiste el evento, fecha, hora, itinerario y descripción de la actividad a desarrollar.


Se Niega a Morir SALSA AL PARQUE: Encuentro de Salsómanos en Cali

Piden tarifa especial de
Sayco y Acinpro para
Salsa al Parque
La Secretaría de Cultura solicitó a Sayco y Acinpro que “estudie la posibilidad de aplicar una tarifa especial reducida” para la realización de ‘Salsa al Parque’, el evento que el primer fin de semana de cada mes convoca a los amantes de este género en el Parque de los Estudiantes.


La solicitud se originó después de que el pasado 6 de junio la actividad fuera cancelada por la Policía, tras un derecho de petición que instauró Sayco y Acinpro, en el que reclamaba el pago de derechos de autor, dado que el evento superó la asistencia de 1500 personas.

La titular del despacho de Cultura y Turismo, María Helena Q uiñonez, indicó que los dineros para garantizar el sostenimiento de esta iniciativa se incluirán en el presupuesto del 2016.

Por su parte, Alex Zuluaga, de la fundación Nuestra Cosa Latina (organizadora del programa), indicó que espera que este sábado 4 de julio se pueda realizar el evento, pues ya radicaron la solicitud ante la Secretaría de Gobierno.

No obstante, la directora de Zona de Sayco, Luz Helena Zapata, informó que solicitará a la oficina principal de la empresa en Bogotá que se le permita cobrar un valor favorable para los organizadores.

Cabe anotar que para la realización de actividades masivas como ‘Salsa al Parque’, es necesario instalar una solicitud en la Secretaría de Gobierno en la que se especifique en qué consiste el evento, fecha, hora, itinerario y descripción de la actividad a desarrollar.


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