sábado, 5 de diciembre de 2020

La noche que llegó "El Songo" a Medellín: Los Van Van


El hallazgo de Los Van Van –y en general de la música cubana tras la revolución de 1959- para el público de Medellín se produjo poco a poco, de la mano de estudiantes e intelectuales de izquierda, más por el amor por la música y la admiración por el proyecto político en la isla, que por las razones del mercado que han traído otras modas y otros consumos, efímeros, mediocres y desechables. La música de Juan Formell llegó despacio, pero llegó para quedarse.



Las primeras grabaciones de Los Van Van llegaron a Medellín a mediados de la década de los 70 del siglo pasado por vías no comerciales, los protagonistas fueron los teatreros, intelectuales, profesores universitarios y sindicalistas que viajaban a La Habana en intercambios culturales o por conocer, de propia vista, el proceso político de la isla y regresaban cargados de música, y entre los discos y casetes se colaron Los Van Van, que ya sonaban por todos los rincones de la isla bloqueada.

Pero esas grabaciones se quedaron en reuniones familiares y en intercambios entre amigos –compañeros, diríamos ahora-, hasta que llegó la primera invasión vanvanera durante los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, que se realizaron en junio de 1978.

Los deportistas cubanos, además de salir vencedores en las justas, fueron un motivo de intercambio cultural, en sus maletas llegaron discos y casetes de agrupaciones novedosas en la ciudad como Los Van Van, Irakere y Ritmo Oriental. Con ellos supimos, además, que la Orquesta Aragón y Celina González estaban vigentes y grabando, que existía un nuevo movimiento socio-político-musical llamado Nueva Trova que tenía como protagonistas a un Pablo Milanés, a un Silvio Rodríguez, a una Sara González. Algunas de esas grabaciones sonaron en la radio, pero Medellín no las entendió, la onda salsera neoyorquina prevalecía -y prevalece- y el songo se quedó engavetado.

La música cubana tuvo que hacer un viaje aún más largo: llegó con los estudiantes que habían construido su proyecto de vida en las universidades del desaparecido «campo socialista» de Europa Oriental: venía con los graduandos de Moscú y Kiev. Venían en discos de larga duración etiquetados en ruso.

Para comienzos de la siguiente década, con los discos de contrabando que llegaron de Venezuela, aparecieron los primeros éxitos vanvaneros en la ciudad: Sandunguera, El baile del buey cansao, La Habana no aguanta más, Anda, ven y muévete y Eso que anda. Aun así, la radio se resistía a programarlos habitualmente. Estudiantes universitarios que frecuentaban los bares de salsa de la calle La Paz entre Carabobo y Bolívar, entre ellos El Oro de Munich, La Bahía –de Humberto Freddy Gómez-, y unas cuadras más al norte, La Titular, de William Gutiérrez, llevaban grabaciones en casete para que sonaran en estos centros de hedonismo y sabrosura.

Cuando la salsa buscó otros espacios en la calle San Juan con la apertura de Convergencia, del profesor Edgar Arroyo, en 1987, entre la programación habitual de salsa clásica, nueva trova cubana y otros sonidos del gran Caribe como el reggae, el kompa direct y la soca, Los Van Van ahora sí empezaron a encontrar su espacio. Por esas calendas, la estación radial Latina Estéreo comenzó tímidamente a programar sus éxitos, especialmente la gozosa Sandunguera.

El definitivo arraigo vanvanero se produjo en Rumbantana, en la calle San Juan, fundada en 1995, cuando comenzaron a programar noche tras noche y con discos traídos directamente de La Habana los grandes éxitos de Juan Formell y sus muchachos. La rumba se volvió eterna e imparable con Aquí el que baila gana, Que sorpresa, Te pone la cabeza mala, Se acabó el querer, Normal Natural, Deja la ira, De igual a igual, Permiso que llego Van Van, Disco Azúcar, Que le den candela, Soy todo…

Además, una noche en el año 2001 programaron seis horas seguidas de Los Van Van en las inolvidables audiciones de los jueves. Medellín ahora sí podía ingresar en las grandes ligas vanvaneras y sólo quedaba vivir la experiencia en vivo de Los Van Van de Cuba…

Van Van is here

Durante varios años, uno de los más apasionados de Los Van Van en la ciudad, el periodista Juan Fernando Trujillo, El Flako, intentó convencer a los empresarios del espectáculo para que trajeran a los cubanos de nuevo sonido. No hubo interés, los temores estaban en que eran pocos conocidos y que su música poco sonaba en la radio comercial. Finalmente, el empresario Óscar Castañeda, de la Corporación Medellín de Jazz, arriesgó y se comprometió en semejante proyecto y se iniciaron los contactos para traerlos.

Y llegó la hora… la noche de magia, pero persistía la incredulidad, las preguntas corrían por las calles: ¿vienen Los Van Van? ¿Será posible? La radio se unió al regocijo y programaron más grabaciones de lo habitual. La prensa abrió sus páginas y anunciaron la presencia de un sonido novedoso de bajo y percusión llamado songo que llegaba de Cuba.




La fecha no se olvidará nunca: 1 de noviembre de 2007, en el escenario del Teatro Metropolitano. Estaban programados para las 8 pm, pero con los retrasos tan habituales en nuestro medio empezaron 40 minutos después y nadie dijo nada. Se abrieron por fin los telones y arrancó el songo, Juan Formell, Mayito Rivera, Yenisel Valdés, El Lele, Robertón Hernández y los éxitos de siempre y los de su trabajo más reciente de ese entonces: Chapeando, Anda, ven y quiéreme y Ven, ven, ven. Y los casi 1500 espectadores quedaron extasiados después de casi 2 horas de exorcismo vanvanero.

Esa noche cubana fue una apuesta a la aceptación de los nuevos sonidos provenientes de la isla, a los que algunos mal llaman salsa cubana y otros, tal vez más respetuosos de los particulares ritmos cubanos, discriminan entre songo y timba. Pese a tratarse de géneros que no se encuentran en la programación de las emisoras que difunden salsa, pese a conocerse relativamente poco el extenso trabajo de Formell y sus Van Van, pese a no ser en un escenario apto para el baile, pese al pésimo sonido contratado para la actuación, a la gente le gustó la propuesta rítmica y melódica que, como la audiencia entrenada ha crecido notablemente, ahora los problemas técnicos sí puede determinar el éxito de una presentación.

 Al final del concierto, Juan Formell en los camerinos se dirigió a su trombonista estelar, Hugo Morejón, y le dijo excitado: «anótalo, tenemos más vanvaneros en el corazón para llevar a Cuba».

Los regresos

Cuando pasó el éxtasis, cuando las revoluciones y evoluciones sonoras de Los Van Van se calmaron en las almas de los paisas, regresaron para una presentación en un espacio más abierto, pero con otras deficiencias de sonido que no han podido superar con el paso de los años, la Plaza de Toros La Macarena -ahora llamada Centro de Eventos La Macarena-. Era el 9 de octubre de 2009 y alternaron con el Grupo Niche. Pero la asistencia no fue buena como esperaban los empresarios, aun así, entregaron el alma en tarima por un motivo inmenso: celebraban 40 años alegrando corazones.

Fresca está la visita de Los Van Van a Medellín: fue el 2 de julio de 2010 para el cierre del III Congreso Iberoamericano de Cultura, evento masivo y gratuito en la Plaza Carabobo Norte, a un costado de la Universidad de Antioquia y al frente del Jardín Botánico. Compartieron tarima con el dominicano Víctor Víctor, la peruana Susana Baca, el varias veces rey del vallenato Alfredo Gutiérrez y la cuota del latin jazz local con Siguarajazz. Seguramente la mejor presentación en nuestros predios porque el sonido estuvo impecable, el público de todos los rincones de la ciudad estaba presente y los cubanos se entregaron por más de dos horas de songo, goce, virtuosismo y nuevas sonoridades.

Gracias Formell

El 1 de mayo de 2014, se fue Formell después de no superar las dolencias que lo aquejaban de tiempo atrás. Los Van Van seguirán abriendo brechas a las sutilezas del encierro. Sus grabaciones ya son fáciles de conseguir, se descargan del Internet al día siguiente de su publicación. Seguramente vendrán nuevas voces, nuevas tendencias sonoras y en Medellín seguiremos a la expectativa vanvanera.

La música de Los Van Van llegó a Medellín para confirmar un desmentido: que el son se había ido de Cuba. No solo no se había ido, sino que se había enriquecido, el alma del baile estaba intacta y ahora se dirigía a las nuevas generaciones, en la isla y en el resto de América Latina a través de la música alegre, dicharachera y desenfadada (pero también inquietante y crítica) del grupo que encabezara Formell.

Salseros, soneros, songueros, timberos y vanvaneros convivimos en el mismo éter sonoro.

Aquí el que baila ¡Gana!


Sergio Santana Archbold
Escritor e Investigador / MúsicaAfroantillana


sábado, 21 de noviembre de 2020

Niche y su Latin Grammy


El Grupo Niche ganó hoy el Grammy Latino, pero seamos sinceros, estaban en mora de darle un premio grande a esta institución musical. 
 
 
Tanta música y tanta rumba reunida en un solo nombre, en esa agrupación que nació en Bogotá y que luego adoptó Cali. Niche se hizo grande hace más de 20 años y se metió en el corazón de los colombianos, entre estos en el mío.

Siempre me he declarado más de la vieja escuela que dejó está agrupación y esto lo compruebo al seguir gozando sus canciones clásicas. 
 
Este es un momento preciso para recordar a Moncho Santana, Álvaro del Castillo, Tuto Jiménez, Ostwal Serna, Nicolás Cristancho Macabí, La Coco Lozano, Tarry Garcés, César Monje, Ricardo Valdés, Charlie Cardona, Andrés Viáfara, Álvaro Cabarcas, Fernando Martínez, Javier Vásquez, Raúl Umaña, Moris Jiménez, Alberto Barros, Denilson Ibargüen, Ricardo Bicenty, Tito Gómez y por supuesto Jairo Varela y todos aquellos hicieron parte de ese Grupo Niche que poseía ese sonido característico que nos identificaba y que hizo que nos enamoramos de él. 
 
Saludos.

John Cerón
Periodista Salsero

martes, 10 de noviembre de 2020

Willie y Rubén, por Petrit


Supe de la existencia de Willie Colón y Rubén Blades, ya bien entrados los años ochenta. Y fue cuando mi papá me hizo oír “Siembra”, un álbum que, como ya he dicho varias veces, me impactó tanto que, no solo marcó mi gusto musical.
 
Y marcó mi gusto musical, pues, además de esa ecléctica y poderosa manifestación de influencias con una percusión agresiva, unos potentes trombones, un piano "montunero sabrosísimo" y un bajo completamente "funkero" que me llevaron a un nuevo mundo musical, tenía unas letras contundentes y una clara intención política que me transmitió inmediatamente rebeldía, esperanza y un sentido de solidaridad que siempre he considerado muy valioso. Por eso, las críticas a las dictaduras militares que pululaban en el continente (“Nicaragua sin Somoza”), respeto por el sincretismo y la resistencia cultural, las sátiras contra el arribismo y la superficialidad de la gente “plástica”, y el llamado a la unidad latinoamericana para “un mañana de esperanza y de libertad” fueron, para mí, contundentes. Y, claro, ahí también estaba “Pedro Navaja”, una pequeña historia (“fononovela” le llamaría Willie Colón) que me impactó tanto que, de verdad verdad, años después resulté investigando las historias de muchos bandidos y rebeldes que han marcado, con sus orígenes, contextos, actuaciones y efectos, a gran parte de la sociedad. Así que, luego de descubrir “Siembra”, ya no solo oiría la salsa de Niche y de Joe Arroyo (y de Fruko y sus Tesos), sino que me volcaría -entre muchas otras, claro- sobre la obra de esos dos notables artistas que también me causaban curiosidad por una pinta que se asemejaba a la de los rebeldes barbudos de los sesenta, los “malotes” de barrio de cualquier época o incluso de algunos oficinistas setentudos (no setentones). 
 
Por eso, pasó poco tiempo para que me deleitara con los sonidos novedosos de “Metiendo mano”, la exuberancia sonora y lírica de la ópera “Maestra vida” y las proclamas anti-imperialistas, pero a la vez pícaras y con un sonido más acústico, de “Canciones del solar de los aburridos”, haciéndome saber que Willie Colón y Rubén Blades eran, además de unos talentosos creadores de canciones que hacían rumbear a mucha gente, dos caudillos sonoros que compartían un mensaje político claro, atractivo y, para mí, urgente y necesario. 
 
Esto me llevó a recorrer toda la discografía del “newyorikan” Willie Colón con Lavoe, sus tres álbumes con Celia Cruz, su maravilloso disco con Ismael Miranda, la maravillosa producción con Soledad Bravo y, sobre todo, sus discos solistas en los que plasmaba una exuberante experimentación sonora que, a la vez, era callejera, sabrosa y sofisticada, es decir, el puro “sonido de Nueva York” potenciado con maravillosas versiones de temas brasileros, arreglos de cuerdas majestuosos, percusión bacanísima y unos trombones, como siempre, contundentes y polifónicos. Además, así algunos no estén de acuerdo, a mí me gusta la voz de Colón y considero que fue mejorando con los años. 
 
Y, claro, también me sumergí en la propuesta artística, social y política del panameño Rubén Blades (con "Seis del Solar", "Son del Solar", "Editus" y Roberto Delgado, entre otros), la cual no solo miraba al barrio latino en Nueva York, sino a toda Latinoamérica con un sonido que, así algunos digan otra cosa, era bastante bailable y popular, pero que, a la vez, contaba con unas letras elaboradas y bastante precisas que transmitían la aguda percepción de un gran artista e intelectual sobre la situación social -y humana, individual y colectiva- de tantas gentes en tantos lugares del mundo. 
 
Supe, por supuesto, que, a pesar de vivir momentos de fuerte tensión, Blades y Colón continuaron encontrándose en algunos conciertos y que incluso grabaron un álbum en 1994 titulado “Tras la Tormenta”, cuyo tema homónimo me encanta. Pero, con el tiempo, observé que llegaron fuertes desavenencias personales entre ambos, las cuales han quedado más que en evidencia por la forma diferente en que resultaron viendo el mundo, con Blades como un representante, en sus propias palabras, de “una izquierda coherente”, y con Colón dando un giro cada vez más claro –y sorprendente- hacia la extrema derecha. Y esto quedó aún más en evidencia con la campaña presidencial en Estados Unidos en la que Blades pidió no votar por Trump, a quien denomina el “ogro anaranjado”, mientras que Colón se convirtió en un entusiasta republicano y seguidor de ese multimillonario y ultraderechista empresario convertido en Presidente. 
 
Claro que estas posturas sorprenden, sobre todo en el caso de Colón, pues ¿por qué el otrora rebelde y progresista artista se convirtió en un reaccionario que apoya a los grupos más conservadores de ese país y América Latina? ¿Por qué el talentoso músico que criticaba el "apartheid" social en el que le tocó crecer ahora niega que exista un racismo estructural en Estados Unidos? ¿Por qué el sensible nieto de puertorriqueños se opuso, con todo, a las marchas que, encabezadas por muchos artistas, buscaban tumbar al gobernador corrupto de Puerto Rico? ¿Por qué el activista que criticaba a la "mafia" musical de Miami, porque esta negaba la diversidad de orígenes de la salsa (para decir que es solo música cubana) y solo apoyaba a los que se alinearan con políticas de extrema derecha, resultó acusando de comunista a cualquiera que tenga una agenda progresista y liberal? ¿Por qué ese brillante músico que grabó obras maravillosas que daban cuenta de múltiples influencias y una mirada heterogénea del mundo se convirtió en un personaje que ve la realidad en blanco y negro? ¿Por qué ese genio que incorporó, como ningún otro, la música del Brasil en la salsa (versionando a otros genios, esos sí coherentes con un pensamiento de izquierda, como Chico Buarque y Caetano Veloso) y que clamaba por la unidad latinoamericana ahora apoya posibles intervenciones militares en América Latina? Mejor dicho, ¿qué le pasó al gran Willie Colón que terminó convertido en un amargado que apoya a los grupos más racistas, misóginos y clasistas del mundo? ¿Qué ocurrió con ese inolvidable creador que grabó "Siembra", le cantó al "Tiburón" imperialista y se burló del "General" describiendo a esos dictadores militares en América Latina? En fin, ¿qué es lo que ocurre con aquellos que pasan de defender férreamente una causa a militar en otra totalmente opuesta, como si buscaran huir de sí mismos, es decir, de lo que creían, lo que luchaban y soñaban? 
 
No sé, pero es lamentable que haya pasado. Total, nos queda su maravillosa música, que era mucho mejor en los tiempos en que no era tan facho, y, por eso, les recomiendo el tema “No”, del Willie Colón de comienzos de los noventa


En contraposición, algunos se han sorprendido al conocer la postura de Rubén Blades (y me sorprende que se sorprendan), el artista, intelectual y abogado que ha actuado como funcionario público de alto nivel en su país y cuenta con una maestría en Harvard (y muchas cosas más), lo cual le da peso para opinar sobre algo que, como residente en Estados Unidos, latinoamericano y persona consciente y crítica del mundo en el que vive, le afecta bastante. 
 
De hecho, pareciera que algunos de los que lo critican jamás hubieran oído sus canciones, pues olvidaron que denunció el imperialismo del "Tiburón" gringo que se metía en Centroamérica cada vez que podía, así como protestó por las torturas y los asesinatos en los regímenes políticos autoritarios que había en el continente. 
 
También, al parecer, no sabían que Blades ha atacado el racismo estructural de la sociedad y que, por eso, aplaudió cuando “Ligia Elena” se marchó feliz con su trompetista. Y, por supuesto, olvidaron que Blades le hizo un sentido homenaje al sacerdote Arnulfo Romero, quien denunció las violaciones de Derechos Humanos en el Salvador, al tiempo que nos hablaba de los desaparecidos y nos decía vehementemente: “prohibido olvidar”. Pero, además, no tuvieron en cuenta que el panameño ha planteado en uno de sus más recientes discos la tremenda contradicción (el doble rasero) del gobierno de Estados Unidos que bloquea a Cuba, pero hace negocios con la China manejada por el Partido Comunista (al respecto, oigan el tema "Parrhesia"
 
 
En ese sentido, es diciente que la música de Colón, que antes era rebelde, contestataria, creativa y original (sigue siendo mi salsero favorito), se haya vuelto predecible, acomodada y conservadora, lo cual refleja, por supuesto, su cambio en la manera de concebir al mundo. 
 
Por el contrario, si bien Blades es ahora más políticamente correcto que antes (en “El nacimiento de Ramiro” no dice “marica”, sino “indeciso” y no sé por qué), su obra continúa expresando complejidad y ruptura de algunos esquemas cuadriculados buscando nuevos sonidos y colaboraciones con artistas de diferentes géneros (eso sí, con irregulares resultados, aunque el riesgo vale la pena). 
 
Todo esto me hace creer que aquellos que solo tienen una visión dual de la realidad, es decir que asumen que todo es blanco o negro (o capitalista o comunista) y que tienen una limitada, simplista, maniquea e ignorante visión del mundo, manifiestan, además, una evidente nostalgia (seguramente inconsciente) por tener detrás (o encima) a un líder autoritario que les diga siempre lo que tienen que hacer. Rubén Blades, como ciudadano del mundo, como persona consciente y preparada, como representante de una postura progresista y liberal, y como un brillante cantautor que ha dejado ver un punto de vista bastante sólido, no solo en sus canciones sino en sus declaraciones públicas (como Chico Buarque, como Caetano y como tantos otros), sabe muy bien en qué lugar se encuentra, así algunos de los que bailan sus canciones no lo terminen de entender. 
 
Por el contrario, Willie Colón, el gran Willie Colón, aparentemente olvidó de dónde vino, pues su posición ultraconservadora, la negación del racismo estructural en su país (el nació en South Bronx, NY), sus críticas a las movilizaciones que, en Puerto Rico (su patria ancestral), hicieron renunciar al corrupto gobernador, y sus declaraciones públicas apoyando a un personaje que, abiertamente, ha expresado su desprecio por los países (estos “países de mierda”) y las personas de América Latina, sorprenden y entristecen. Seguramente, ha estado viendo mucho FOX News y, por supuesto, se metió en la idea de que el fracaso del chavismo en Venezuela es un ejemplo para pensar que solamente la ultraderecha es el camino más efectivo, al menos, para que nada cambie (y debe estar, a la fija, gritando que hubo fraude a favor de Biden). 
 
Lo más triste es que la forma opuesta de ver el mundo que tienen estos dos notables creadores, además de los conflictos personales que, incluso, llevaron a demandas y ataques por las redes sociales, evidencian que el sueño de ver otra vez juntos a Rubén Blades y Willie Colón (en los estudios y los escenarios) jamás se podrá hacer realidad (de hecho, yo traté de ponerlos a hablar y como a las dos horas Colón me bloqueó de sus redes sociales -que iluso yo-). Por todo esto, en estos tiempos de polarización, “fake news”, campañas de desinformación y radicalismos alentados por una burbuja que las redes sociales -y unos medios de comunicación tradicionales con claros intereses particulares- ayudan a inflar, es que valdría la pena volver a oír las canciones que Willie y Rubén grabaron hace 40 o 30 años, pues, de pronto, algunos se podrán acordar de algo que, al parecer, hace mucho tiempo se les olvidó (prohibido olvidar, vale la pena volverlo a decir). 
 

 

Al menos Willie Colón debería hacerlo, porque nadie mejor que él (con excepción de Rubén Blades) sabe que “se ven las caras, pero nunca el corazón”. (Yo, de paso, también lo haré.


Petrit Baquero
Escritor

miércoles, 17 de junio de 2020

Calle Maestra llega a A Golpe de Marea (Lanzamiento)

Grabar música nueva como se realizó en los años 70 era el objetivo y gran reto del álbum discográfico Back To The Great Sound (Volviendo al Gran Sonido), de la orquesta Calle Maestra de José Aguirre. Hoy, el primer sencillo de este producto titulado A Golpe de Marea se pone a disposición del bailador y del pueblo salsero para su deleite.

Para José Aguirre, A Golpe de Marea es un homenaje a la mujer afro. “En esta canción se dibuja con admiración la magia, la dulzura, el movimiento y sobre todo la gracia que tiene al caminar y al bailar de esta mujer. Es una analogía entre ella y el misticismo del mar·”, destaca.
En todas las canciones de Back To The Great Sound se puede disfrutar de la combinación de una trompeta y dos trombones, la misma técnica musical que usaron los grandes artistas en la época floreciente de la salsa en Nueva York, como Héctor Lavoe, Wayne Gorbea y Cheo Feliciano, entre otros, y que hoy, Calle Maestra la rescata para el oído del melómano.

Escuchar claramente el sonido orgánico de un piano de cola que no va conectado a nada es una de las grandes apuestas que trae este álbum musical, al igual que el magnífico encaje o fits que hacen dos bajos y que no es recurrente en la salsa y que le da dos ambientes diferentes, eso es Volviendo al gran sonido. Álbum creado en el estudio Afterhours Music, de Miami, en donde predomina la cinta y la consola analógica que lo convierte en uno de los pocos que hoy existen enel mundo y que data de 1959.


Nueve de los 10 cortes musicales que vienen en el álbum Back To The Great Sound son
interpretados por el puertorriqueño Wichy Camacho. “Aquí hay temas para todos los gustos, desde el bailador hasta el instrumental”. Este primer sencillo es algo que se va a quedar para la posteridad no solo en Colombia sino en todo el mundo”, asegura Camacho, quien ha hecho parte del Grupo Niche y ha trabajado con Cheo Feliciano, Isidro Infante, Ismael Miranda y Lalo
Rodríguez, entre otros. “Gracias a Dios vengo cantando desde hace muchos años y es un placer estar con Calle Maestra y espero que esto sea el inicio de muchas producciones más”, destaca el cantante boricua.

A Golpe de Marea ya está disponible en todas las plataformas digitales y el video clip lo puede ver aquí...


El arte y diseño de la carátula del disco fue realizada por Izzy Sanabria, quien ha sido el creador de las portadas de los discos del sello Fania, en la década de los años 70 y 80.

Ficha Técnica
• Director musical, arreglista y productor: José Aguirre
• Productor Ejecutivo para Maestra Music LLC: Henry Salazar B.
• Vocalista: Wichy Camacho – Puerto Rico
• Congas: Sammy Garcia – Puerto Rico
• Bongó y Campana: Carlitos Soto – Nueva York
• Timbal, Guiro y Maracas: Diego Pri Camacho - Colombia
• Batería: Wilson Viveros - Colombia
• Piano: Victor Gonzalez - Colombia
• Baby Bass: Sergio Múnera - Colombia
• Trompeta: Jose Aguirre - Colombia
• Trombon: Frank Cohen – Nueva York
• Trombon: Edwar Montoya - Colombia
• Coros: Wichy Camacho, Juan Carlos Gonzalez, Jose Aguirre
• Grabado en: Afterhours Music Recording Studios. Miami, Florida, Ingeniero Hal Batt, Jacob Batt
y Rolando Alejandro. Vanquish Studios. Davie, Florida Ingeniero Joseph Salamida.
• Mezcla y masterización: Julio Franco, Cali, Colombia.
• Arte y diseño carátula: Izzy Sanabria
• Manager Jose Aguirre: Liliana Escobar
• Director Video: Diego Andrade

jueves, 28 de mayo de 2020

LA-33 lanza el esperado "LADO B" de "Si Tu Quieres Salsa”

¡Cómo pasa el tiempo! Hace un año, la orquesta bogotana La-33 lanzaba la primera mitad de las canciones de su álbum “Si Tú Quieres Salsa”. Ahora la otra mitad, es decir el Lado B, llega a todas las plataformas digitales. De esta manera se completa uno de los trabajos más originales de toda la discografía de La-33.
 

“Si Tú Quieres Salsa” está conformado por canciones que fueron dándose a conocer una por una a lo largo de varios meses. En este momento, ese proceso llega a su final y sus seguidores ya pueden disfrutar completo el Lado B.

Estas son las canciones que lo conforman:
 
• Vendedor. La historia de un vendedor ambulante, un hombre dedicado al rebusque en plena ciudad de Bogotá.
Vea el video aqui: https://www.youtube.com/watch?v=2_1OsfH8nD4


• Pablito el boxeador. Peleonero y soñador, una vieja gloria del deporte que vive de sus recuerdos.
• Juan el oficinista. Un empleado que solo espera a que llegue el viernes para irse de rumba.
• El comediante coqueto. Un hombre para quien la vida es solo chistes y alegría, que afronta los problemas con un optimismo constante.Vea el video aquí: https://www.youtube.com/watch?v=6telgjdSW54
 
 Y la gran novedad, con la que se cierra el Lado B:
 
• Negrita. Un homenaje a la fuerza de lo femenino, a las mujeres que llegan a la gran ciudad venciendo muchos obstáculos y logran salir adelante.

Estas cinco canciones le dan al Lado B de “Si tú quieres salsa” una lógica y un concepto: todos son retratos de personajes urbanos, seres que habitan la ciudad y que tienen en común la lucha diaria por sobrevivir.

Si juntamos los dos lados como si se tratara de un disco de vinilo, “Si Tú Quieres Salsa” es uno de los álbumes más completos que La-33 ha grabado en casi veinte años de carrera. En sus canciones caben todas las temáticas, incluso las más crudas, pero siempre aparecen refrescadas gracias al ritmo contagioso de la salsa. Son canciones estimulantes para tiempos difíciles. 

¡Y están disponibles a partir del 29 de mayo en todas las plataformas digitales!

Fuente: Prensa La-33

jueves, 16 de abril de 2020

La Muerte de un Pianista - ¡Vuela alto “Profesor” Joe Torres!

Petrit Baquero
Escritor
Por Petrit Baquero.

Cuando empecé a oír salsa o, más bien, un poquito después, cuando mi papá me puso a escuchar el álbum “Siembra” que, de verdad, marcó muchas cosas en mi vida, quedé maravillado por las letras -y la voz- de Rubén Blades, pero también por los trombones fuertes, aunque complejos armónicamente (que después, en clase de música, supe que eran tres y, a veces, cuatro) que sonaban como pitos de un camión, pero también como un conjunto de jazz de inmejorable calidad.

También quedé descrestado por la percusión afincada y calidosa (bongó-campana, conga y timbal), de José Mangual Jr, Eddie Montalvo y Jimmy Delgado; por los coros poderosos y realmente varoniles que acompañaban las canciones, por el bajo lleno de efectos y slaps tomados del funk del inolvidable Sal Cuevas, por los arreglos de cuerdas que se inspiraban un poco en el soul y la música disco, y, claro, por el liderazgo y la imagen de malote del gran Willie Colón.

Pero entre toda esa maravillosa orquesta, no fui ajeno a sentir el tumbao sabrosísimo de un señor calvo, con pinta de hombre mayor -tal vez de oficinista-, a quien todos conocían con el sobrenombre del “Profesor”. ¿Y por qué le decían así? No sé, pero supongo que porque podía pasar de tocar un son montuno tradicional a soyarse con un tumbao rockero sin perder el compás y, sobre todo, el swing, algo complejo para el que no estuviera preparado para leer -y sentir- las sutiles transiciones armónicas que planteaban los arreglistas de los discos de Willie Colón como Luis “Perico” Ortiz, Louie Cruz, Héctor Garrido, Marty Sheller y el propio Willie, con “mambos” y sonidos que tenían sofisticación, pero, a la vez, sentido callejero. Eran los tiempos en que Willie grababa las canciones de él mismo y también las de Tite Curet Alonso, Rubén Blades, Johnny Ortiz, Chico Buarque, Eddy Grant y Caetano Veloso, entre muchos otros.
Héctor Lavoe toca el piano, Joe Torres "El Profesor" observa
Foto: Mambo Inn Radio


El “Profesor” se llamaba José "Joe" Torres y, como dice Rubén Blades, ayer “se mudó al otro barrio”. Claro que ya venían anunciando su muerte desde hacía rato por cuenta de la desaparición de otros importantes personajes (un reconocido compositor boricua y el dueño de un restaurante de comida puertorriqueña en Nueva York) que tenían el mismo nombre, sin embargo, ayer sí fue de verdad y el gran pianista newyorikan dio su paso a la eternidad o, de pronto, al nunca jamás (como ustedes lo quieran ver).

Hay que decir que Joe Torres nunca fue un pianista de alto perfil. No. De hecho, jamás formó parte, por ejemplo, de la Fania All Stars y muchas veces, cuando mencionan a los grandes pianistas de la salsa como Papo Lucca, Ricardo Ray, Eddie Palmieri, Larry Harlow, nuestro Edy Martínez, Óscar Hernández, José Lugo o “el Pulpo” Colón, su nombre, al parecer, se olvida. Sin embargo, si uno averigua por las grabaciones en las que participó y el papel preponderante que tuvo en el piano, el fender rohdes o cualquier otro teclado, quedaba claro que Torres fue un músico de grandes quilates.

Es que Torres es el pianista de “La Murga”, de “Plástico”, de “Pedro Navaja”, de “Oh, qué será”, de “Juanito Alimaña”, de “Calle luna, calle sol”, de “Plantación adentro”, de “Usted abusó”, de “Maestra vida”, de “Periódico de ayer”, de “Che che colé”, de "Buscando guayaba" y de muchas más piezas históricas acompañando a Willie Colón, Rubén Blades, Celia Cruz, Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Soledad Bravo y Bobby Valentín, entre otros.

Joe Torres "El Profesor" atrás toca el piano,
Héctor Lavoe adelante

Foto: Mambo Inn Radio
Tal vez por eso, Héctor Lavoe dijo que el “Profesor” era el “que se come los guineos y se fuma la cáscara” y yo, que me maravillo observando por Youtube los videos de esa orquesta en los años setenta y comienzos de los ochenta, lo veo como uno de esos personajes curtidos que ya parecían viejos en esa época por su cabeza rapada, la boca abierta al tocar, unas gafas bien grandes y un aparente bajo perfil en el que no mostraba grandes alardes, pero sí muchísimo sabor tocando en la orquesta más vendedora de todos los tiempos de la salsa, ese género musical que tanto nos apasiona.

Con Willie Colón, el profesor Joe Torres tocó salsa de la mejor, es decir, esa que se nutrió de la música del Brasil con sus complejas armonías y lindísimas melodías, del funk y el rock que, con agresividad, se hacían presentes en todo momento; del merengue disco -o del merengue Bossa Nova- que tanto le gustaban al malo del Bronx; de la bomba y la plena puertorriqueñas, de la cumbia bomba del ritmo Wac, de los sonidos africanos, de la gaita zuliana, de la música jíbara puertorriqueña y, por supuesto, de todo ese caudal de música cubana que siempre habrá que mencionar.

De esa gran banda han partido ya varios (el año pasado se fueron dos) y, en estos tiempos complejos y de incertidumbre, se han ido, por diferentes razones, importantísimos músicos (por ejemplo, Andy González, el gran bajista que murió hace dos días; Bill Withers, el maravilloso cantautor que partió un poco antes; Manu Dibango, el célebre saxofonista camerunés que murió en su amada Paris; Tito Ramos, el inolvidable cantante de los tiempos del latin soul; Elis Marsalis, el patriarca de una legendaria dinastía de músicos de jazz; Moraes Moreira, el grandioso creador de esa irresistible fusión que fueron en Brasil los Novos bahianos…) y ahora le tocó al gran Joe Torres.

Es curioso, pero desde hace unos meses andaba siguiéndole la pista e incluso el maestro Edy Martínez me dijo que iba a averiguar al respecto. También pregunté por él hace menos de una semana en uno de esos portales de salsa que siempre me enseñan tantas cosas, y por eso entré en contacto con uno de sus amigos quien me dijo que el “Profesor” vivía en el Bronx, aunque bastante delicado de salud. Le envié mis saludos manifestándole mi gran aprecio, aunque creo que su amigo -por obvias razones- no alcanzó a verse de nuevo con él.

Hay que decir que en la mayoría de ocasiones se habla es de las rutilantes estrellas o de los personajes “exitosos”, pero muchas veces se desconoce a esos orfebres, cómplices, compinches, trabajadores y talentosos creadores que han sido fundamentales para que esas expresiones del talento humano nos ayuden a conocer, a través del arte o de cualquier otra cosa, viejos, nuevos o diferentes mundos. El “Profesor” -que en realidad le decían así porque se dedicó a enseñar música y piano por muchos años-, fue uno de ellos. Por eso, que bien valga la pena celebrar la vida, obra y los aportes de este gran artista que me ayudó a hacer la vida más chévere, antes, ahora y -espero yo- mañana.
 
¡Vuela alto “Profesor” Joe Torres!

Dedicado a... 
Alicia Orjuela Quintero,
Catalina Roldán, 
Edward Bocanegra y
 al legendario Marco Vinicio Amado Garrido "Markomix"

jueves, 12 de marzo de 2020

Mark Dimond ~ "El Bravo Del East"

"¡Rayos, Mark Dimond acaba de superar a Eddie!” le comentó Manny Oquendo, ex-percusionista de La Perfecta, al bajista Andy González al concluir una presentación en el Hotel St. George de Brooklyn. 

El pianista, Mark “Markolino” Dimond "El Bravo Del East" había tocado con la banda Libre de Oquendo, que había actuado al lado de una gran variedad de artistas, incluyendo a Eddie Palmieri—quien había abierto la noche de conciertos. Markolino, quien vivía en la Noventa y Tercera Avenida, es uno de los más grandes talentos anónimos en la historia de la música latina y este disco representa su obra maestra. Dimond se inició con Willie Colón, lo que no es sorprendente cuando uno considera que Willie tenía un oído increíble para el talento y una disposición por traer individuos de varios orígenes al grupo. Tenemos una enorme deuda de gratitud con W.A.C. por sacar de la oscuridad a este mago tecladista afro-americano, para permitir que brillara.


Markolino fue un solista intrépido y yo siento que su música está impregnada de un imponente montuno, cortesía de Eddie Palmieri (su ídolo) y maestros tecladistas cubanos, tales como Peruchín, además de estar fundida con un enfoque de solista cromático innovador de acordes que proviene en parte del alumnado de Coltrane McCoy Tyner, oriundo de Philadelphia, quién influenció a muchos pianistas en las décadas de los 60 y los 70. Mientras que el salto de Coltrane a Palmieri pudiera parecer como un salto enorme, Markolino fue uno de los pocos individuos que tuvo la capacidad de combinar los dos mundos con un alto grado de facilidad.

El socio de Mark en este disco fue otro hombre que cubría la zona del puerto y que tiene una historia igualmente irresistible. “Frankie Dante trabajaba como guardia de seguridad en Macy’s, pero en realidad quería ser John Lennon”, dice mi amigo Larry Harlow, quien produjo esta grabación histórica y tantas otras obras fundamentales en la historia de Fania. “Él era el John Lennon dominicano”, dice Harlow con una gran sonrisa. “Usaba esas gafas redondas de color rosa, igual que John Lennon”.
¿El John Lennon dominicano? Esto es algo que yo jamás me hubiera imaginado en un millón de años, pero creo que tiene algo de sentido cuando uno considera la tremenda influencia que John Lennon ejerció sobre toda la cultura popular, como músico y como hombre. Sin mencionar que Dante, con su propio grupo, la Orquesta Flamboyán, grabó la canción anti-Vietnam titulada, “Paz” en 1969, y después grabó el candente tema político titulado, “Presidente Dante” con Flamboyán y Larry Harlow.
“Frankie era sin duda un excéntrico”, dice Arturo Campa, el colega de Dante que trabajó como sonero para Eddie Palmieri de 1969 a 1974, durante uno de los períodos más memorables y productivos de Eddie. Arturo es un individuo brillante e interesante que rara vez ha concedido entrevistas, así que me súper emocionó cuando aceptó hablar conmigo de sus recuerdos de Frankie Dante. 

“Recuerdo las ocasiones en que salió al escenario vestido de capa y zapatos deportivos durante algunos de sus conciertos. Tenía un traje que llamaba su capa de Batman, y era difícil ignorar u olvidar a este cantante vestido de capa negra”, comenta con humor.
“No creo que la gente percibía a Frankie como un gran cantante”, continúa Campa. “Estaba algo limitado en ese aspecto, pero se veía fuertemente influenciado por el modo de expresarse de Ismael Quintana y esto se percibe claramente en sus grabaciones. Tanto él como Markolino eran muy bien recibidos y el ambiente de la salsa de aquélla época parecía [ser] el de una gran familia”. Andy González hizo eco de este sentimiento cuando me dijo, “Frankie imitaba a Quintana en todo, desde sus movimientos de baile hasta su forma de tocar las maracas”. El recorrido desde John Lennon hasta Ismael Quintana es un camino largo y sinuoso y Frankie Dante recorrió cada milla al verdadero estilo funk.
Un coro estelar apoyó a Dante en este álbum que acredita a Chivirico Dávila como el invitado estrella. Chivirico es un personaje interesante, ya que aunque sólo produjo un puñado de excelentes discos como primera voz para el sello Cotique, su carrera se vio marcada principalmente por ser uno de los primeros coristas en la época dorada de la salsa en Nueva York al lado de individuos tales como Yayo el Indio, quien comparte la tarea de coro en este álbum.
El mayor don que tenía Dávila como cantante solista, era su capacidad para interpretar boleros y aquí su talento fue sabiamente aprovechado. El aspecto más inesperado de la participación de Dávila como artista invitado es que, aunque es evidentemente una gira de Frankie Dante y Markolino, Chivirico es quien realmente canta la primera voz en “Sabrosón”, que por mucho tiempo ha sido el tema bailable favorito de muchos cocolos empedernidos. Chivirico como corista, era incontenible y el equipo de tres voces conformado por Chivirico, Yayo y Pete “Conde” Rodriguez en este álbum, es magia pura. La mezcla que lograron combinar estos individuous es flexible y rítmica a la vez. Sigo impresionado al ver cómo un coro bien ejecutado complementó el poder global del álbum y de hecho, la experiencia total de Fania.


Mark Dimond hizo los arreglos para todo el álbum, excepto la canción, “Yo No Tengo Amigo” de Marty Sheller, uno de los mejores arreglistas en el mundo de la salsa y miembro original del grupo pionero de jazz latino que dirigiera Sabú Martínez. Mientras que se siente una solidez absoluta en todos los arreglos de Mark, el único arreglo de Marty exhibe una sutil sofisticación que no logra igualar Markolino, quien le impartió ritmo al tema pero no poseía la misma perspicacia armónica y profunda que Marty demostró durante muchos años.
Desde el punto de vista de composición, el álbum es mayormente de Mark Dimond quien personalmente compuso cinco de las ocho pistas. Las demás canciones son títulos cubanos, y la última pieza titulada, “Por qué Adoré” la compuso el fenomenal y extraordinario compositor prolífico, Tite Curet Alonso. Esta canción llamó mi atención de manera muy especial mientras escuchaba el álbum con oído crítico, por ser absolutamente inconfundible la poesía que Tite imprime a sus composiciones. Fue muy sagaz la decisión de secuenciar este álbum permitiendo que Tite tuviera la última palabra. De igual manera, comenzar el álbum con el tema original de Markolino titulado “Sabrosón” ofrece la escena perfecta para la vibra suelta y súper funky que impregna a este álbum. Las dos canciones cubanas incluidas en el disco nos recuerdan la deuda que todos tenemos con Cuba y capturan el espíritu de la época del movimiento “típico” que rindió tributo a esa tradición en Nueva York.
Es una pena que Markolino y Frankie no hayan grabado más discos, pero esto también hace que los discos como Beethoven’s V contengan más magia por ser tan inusuales. En un estilo dominado por cubanos y puertorriqueños, esta dupla de un cantante dominicano con un pianista afro-americano sirve como un conmovedor recuerdo del eterno magnetismo universal de la salsa y la vertiginosa complejidad y riqueza de la ciudad de Nueva York que sirvió como incubadora para su florecimiento en el ámbito mundial.


Markolino Dimond con Frankie Dante Beethoven’s V (Cotique 1075)

Artista invitado: Chivirico
Lanzamiento original: 1975



Fuente: www.fania.com

jueves, 5 de marzo de 2020

Psicología del Coleccionismo ~ apreciaciones de un técnico ~

“Los coleccionistas son seres egoístas que no entienden por qué los demás no comprenden su pasión por la música; “¿Por qué no son tan apasionados como yo?”, inquieren; y es que no solo sienten la música, la letra de las canciones o tonada y el ritmo, sino que disfrutan llenar los vacíos reales o virtuales de los espacios destinados a los discos, portadas, letras y partituras que los llevan a colmar su gozo secreto. De hecho, todos los días despiertan con la ilusión de encontrar la pieza que encaje en su delirante juego de rompecabezas”. Enrique Chao


Como psicólogo de profesión y melómano de corazón, hallé el tema perfecto para escribir un artículo que combinara la disciplina científica con la pasión musical: el coleccionismo, visto desde el ámbito psicológico. El coleccionismo es algo apasionante porque nos permite abordarlo desde varias perspectivas. Desde lo social y cultural, hasta lo clínico, el hábito de coleccionar se ha convertido en materia de investigación por parte de estudiosos de las ciencias sociales.

 
John Jairo Usme
Autor del Escrito
Cuando hablamos de coleccionismo y coleccionistas de discos, resulta inevitable relacionarlo con el concepto de melómano. Algunos consideran que por regla general todo coleccionista es melómano, lo cual no es absolutamente cierto. No hay que olvidar que el auge de la compra y venta de acetatos ha dado pie al surgimiento de comerciantes que acumulan pastas con el único objeto de venderlas al mejor postor.

Entiéndanme, no estoy criticando el comercio ni a los comerciantes de vinilos. Me molestan, eso sí, los usureros descarados que venden discos de $10.000 en $100.000 con la mayor desfachatez. Solo quienes desarrollamos una profunda pasión por la música podemos entenderlo. Es una extraña sensación de bienestar extremo. Adquirir discos de vinilo o cd se convierte en un delicioso placer, y aún más, disfrutar del preciado tesoro que se acaba de conseguir: el hecho de admirar la carátula, limpiar el disco, ponerlo en la tornamesa, escuchar el scratch, y guardarlo junto a los demás ejemplares de nuestra colección, es todo un significativo ritual mágico y único.

Sin embargo, esto que para nosotros parecer normal, para psicólogos, psiquiatras y sociólogos ha sido materia de estudio en búsqueda de respuestas a interrogantes tales como: ¿por qué coleccionamos?, ¿qué conduce a las persona a acumular objetos?, ¿es un hábito sano o es para preocuparse?

Indudablemente el coleccionismo, en su justa medida, es un hobby enriquecedor que aporta beneficios psicológicos en cuanto al desarrollo de habilidades con la memoria, el orden, la paciencia y la constancia. Hasta aquí podríamos hablar de una “patología sana”, como lo definió el Dr. Vallejo-Neira, quien sintetizó la visión positiva del coleccionismo basado en la motivación, la necesidad de una actividad libre, la autosuperación, la autoafirmación, la búsqueda de aceptación, y el algunos casos, la misma vocación de artista. Otras bondades que ofrece el coleccionismo son el desarrollo intelectual, el lenguaje y la socialización, y facilita superar el aislamiento social.

Pero los laberintos de la mente ignoran los límites de las “justas medidas”. El hábito de coleccionar también tiene su lado oscuro, y ocurre más frecuentemente de lo que se puede imaginar. La gran mayoría de coleccionistas de discos son compradores compulsivos y esta es la forma más sencilla de identificar una patología mental. Es un riesgo que corre cualquier fanático, pues sin darse cuenta, pasa de ser un simple aficionado a un individuo obsesivo, capaz de derrochar su capital, descuidar su familia y desperdiciar su tiempo en algo que a todas luces no deja de ser más que un mero pasatiempo.

De hecho, la psicopatología moderna define el coleccionismo obsesivo como “una conducta ligada a naturalezas maníacas y megalómanas, estrechamente relacionada con comportamientos premórbidos, como la usura o la avaricia”. En términos cristianos, esto significa que un coleccionista “enfermo” puede observar incrementos anómalos del estado de ánimo, así como delirios de grandeza, poder, riqueza u omnipotencia y obsesión compulsiva por tener el control.
 
Foto de Internet
También se afirma que coleccionar objetos de manera exagerada es síntoma de un trastorno obsesivo-compulsivo, del cual existe una variante conocida como “Síndrome de Diógenes” (personas que viven solas y llenan ese vacío acumulando objetos) y adicción a las compras, patologías mentales que padece aproximadamente el 12% de la población (López, 2001). ¿O acaso no les ha pasado, amigos coleccionistas, que van pasando por la calle 19 o el mercado de las pulgas, y sienten la inevitable necesidad de ir a comprar discos?
Lo curioso del asunto es que acumular objetos es un hábito que la mayoría de personas hemos tenido en algún momento de nuestra vidas. En mi caso ha sido una constante: a los 11 años empecé a coleccionar comics de Kalimán, Arandú, Águila Solitaria, Memín, Fuego, El Valiente, y cuanta publicación lanzaba al mercado la Editora Cinco. Llegué a tener más de 1.200 ejemplares que por obra y gracia de mi papá fueron a parar a la basura; después me dediqué a los llaveros, la filatelia, la numismática, y a guardar celosamente diarios con noticias históricas. De todo eso, solo conservo los periódicos. Más adelante, cuando me apasioné por la salsa, inicié mi colección de acetatos, hábito que había dejado de lado pero que retomé el año pasado.

Lo que resulta coincidente en las fuentes que he consultado, es que coleccionar es sinónimo de amar, y resulta infructuoso buscar motivaciones para explicar este fenómeno. Obviamente, en el caso nuestro, la pasión por la salsa es el motor que nos lleva a adquirir las producciones de nuestros ídolos. Eso es lo que podemos decir de labios para afuera, lo extrínseco. Pero no hay forma de acercarnos al elemento sentimental, a lo que internamente nos motiva a aumentar nuestra existencia personal de vinilos.
También se afirma que los coleccionistas combinan instintos que van desde lo delicado hasta lo vulgar, desde lo espiritual hasta lo primitivo, y casi siempre, evidencian un egoísmo extremo.

Pero pese a todo lo que dicen los estudios sobre los coleccionistas pasivos y patológicos, no se puede dudar que estos siempre son tratados con respeto en sus círculos sociales. Los encuentros de melómanos y coleccionistas dan fe de ello. Este tipo de eventos le han dado realce, relevancia, reconocimiento a un hábito, que más allá de lo clínico y psicológico, ha permitido que la cultura por la buena música se conserve, que se sigan escuchando los clásicos, que se continúe apostando por lo artístico y que existe una inmensa minoría para quienes es fundamental comprar solo original. Y aquí vale la pena reconocer que el coleccionismo brinda un aporte valiosísimo en el espectro socio-cultural: contribuye a la creación de nuevos estímulos culturales y educativos y materializa el legado del pasado para conservarlo como heredad de inmenso valor, tanto pecuniario como histórico.

Retomo los interrogantes planteados al comienzo de mi escrito para tratar de darles una definición personal: ¿Qué es un melómano?, pues un amante de la música, una aficionado a la melodía, no necesariamente un “fanático” (cuyo significado textual nos puede remitir nuevamente a perfiles patológicos) o experto. Por eso sostengo que es tan melómano quien colecciona acetatos como quien descarga archivos digitales. No solo es melómano el coleccionista, investigador y musicólogo. También puede serlo quien compra el cd, quien va al concierto, quien no se pierde el programa radial ni el de videos musicales o quien va al bar periódicamente a escuchar la música de su agrado. 

¿Qué es un coleccionista (de música)?, un melómano cuya pasión por determinado género o artista lo lleva a dedicar parte de su vida a adquirir sus discos.
 
Luis Moyano (Cantante), Julio Estrada "Fruko" y El Autor
Foto: John Jairo Usme
La calidad de coleccionista no se adquiere por la cantidad de acetatos que posea en sus estantes, sino por el hecho de adquirir regularmente, comprados, regalados o intercambiados, piezas musicales de su predilección. Aquí abro un paréntesis para referirme a algunos personajes mezquinos que consideran que solo es coleccionista quien tiene varios miles de discos en su haber. Nada más absurdo. Es tan coleccionista quien posee diez mil acetatos como quien acaba de empezarla. Es tan coleccionista quien tiene toda la colección de Machito como el que posee la de Eddie Santiago. Es tan coleccionista Paul Mawhinney, quien tiene dos millones y medio de discos, como yo, que entre vinilos y cd apenas llego al millar. No es una cuestión de números: se trata de una forma de vida.

Por fortuna, son muchas más las personas humildes, amables, sencillas, y sobre todo, libres de sentimientos egoístas, con quienes he tenido el placer de compartir mi afición por la música. Uno de ellos, mi buen amigo Luis Alfonso Buitrago, quien perdió absoluto interés por seguir comprando música y prometió dejarme su extensa colección de acetatos, me pregunta cada vez que puede: “¿y para qué seguir comprando más mugre si todo se puede conseguir gratis por internet, para que se muera y sus hijas los boten a la basura o los regalen?”.

Entonces yo le digo: nosotros somos un poco como esos acetatos: circulamos por ahí, tenemos una vida útil, y después, vamos a parar a la basura. ¿A quién le importa pensar lo que pase mañana si cuando muera no voy a saber qué van a hacer con mi música? El coleccionismo es un delicioso placer que solo nosotros sabemos experimentar y podemos entender.

John Jairo Usme Delgado 
Psicólogo y Melómano
San Martín de los Llanos (Meta)

miércoles, 4 de marzo de 2020

Día Nacional de la Zalsa 2020

Z93, la estación oficial de la salsa del conglomerado SBS regresa con el magno evento El Día Nacional de la Zalsa celebrando 37 años en la ciudad de San Juan, Puerto Rico. 

El evento anual que reúne a miles de salseros en un mismo lugar regresa a los predios del Estadio Hiram Bithorn este próximo domingo 8 de marzo de 2020 y reunirá grandes estrellas de la Salsa en un solo escenario.

En el 2020 no será la excepción. La emisora Z93 anunció una tremenda cartelera salsera con, Eddie Palmieri, la Sonora Ponceña, Oscar D’ León, Ismael Miranda, Lalo Rodríguez e India. Además, han sido confirmados  Tony Vega, Ray de la Paz, Tito Rojas y NG2, como parte de la gran fiesta salsera.  


Esto ha provocado que los fanáticos de la salsa en redes sociales se manifiesten  con opiniones a favor y en contra acerca de los artistas elegidos; ya que la balanza esta vez se inclina ma hacia la salsa clásica y las propuestas novedosas, salvo NG2, no están tan representadas como en otras ediciones. La historia hablará sobre esta edición del DNZ-2020.

Nestor Galán "El Buho Loco", popular locutor de la radio boricua y director hasta hace unos días, anunció que los boletos se podrán adquirir en la web de Ticket Center (www.tcpr.com).

 

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